A night at the met
En una peculiar tarde otoñal limeña, en donde el sol no se escondía tras la tiza sucia de nuestro cielo, decidí, por un azar del tiempo darle una visita a la novedad limeña, el metropolitano. En esta tarde peculiar, me arroje a los adentros de las fauces del elefante de nuestro mudo alcalde, a ver si así encontraba las palabras que el no se digna a pronunciar.
Tantas veces criticado, visto con ojos llenos de cicuta y mentado por las mas acidas lenguas, el metropolitano me abría sus puertas con un saludo cordial e indicaciones claras y amables (me pregunto si así serán siempre). Ni bien puse pies en el bus, me perdí. Ya no estaba en un micro, ni en una combi, ni en un taxi, en ningún vehículo motorizado en lima. Estaba en este portal dimensional llamado el Metropolitano. Vi a mi alrededor y a mi izquierda podía posar mis ojos en la belleza de una joven la cual rara vez me podría haber encontrado en uno de los anteriormente mentados medios, ella acompañada de dos chicas que bueno no eran tan guapas pero igual llamaban la atención.
Arranca el motor, y me doy cuenta de ello por el tacto, y la sensación de movimiento y no por un estruendo apabullante que me retuerce los tímpanos. Veo a mi alrededor silencio, tranquilidad. La combi no esta llena, no huele mal, todo empieza muy bien.
No hayo sitio en donde posar mis cansado cuerpo, pero igual tengo espacio suficiente para simplemente estar parado sin necesidad de malograrme el cuello (por qué nunca hay micros vacios?).
Minuto a minuto, prosigo en mi paso, Miraflores, surquillo, San Isidro, rápidamente se reúnen uno a uno a pasar a saludar. El transporte se llena y me pregunto, en un momento lima me pateara el trasero y me despertara de esta ensoñación? El temor subyace, el saber que en cualquier momento un porcentaje demasiado alto del moustro de 8 millones de cabezas se apoderara de este espacio pequeño y me sentiré como en lata de sardinas abusada por un productor tacaño. Pero no, parece que eso no sucederá, a pesar de que a este micro, sube sube, pero no baja en farmacia.
Pasan los minutos y llego, a la ultima estación (esperanza?) Y camino hacia mi siguiente carruaje…. Me siento y no siento nada, es ahí donde me doy cuenta de algo, lo que mas tiene este medio, es ausencia.
No hay claxon que me reviente los tímpanos cada dos segundos, ni micros, autos, etc. alrededor que le sirvan de muleta ante esta falta. No hay frenares intempestivos cada 10 segundos, ni la sensación de vértigo que solo una curva en una vía recta puede dar. No hay los baches que embaten contra la inexistencia de suspensión.
NO HAY COBRADOR, NO HAY RADIO A TODO VOLUMEN, NO HAY VENTANAS CERRADAS EN VERANO,NO HAY BULLA, NO HAY OLORES FUNESTOS… NO HAY NADA ….
Y es ahí donde mi alucinación se vuelve ensoñación diurna, siento que es posible, que mi ciudad cambia a mis ojos, que puedo pensar que el transporte público puede ser así, un lugar calmo digno de la enormidad de nuestra ciudad, un cambio posible ante mi, quizás solo un comienzo pero, demonios, que buen comienzo podría ser.
Pocas veces soy optimista, muchas veces tildado de hígado y negativo. Pues creo que en parte, y solo en parte este medio nuevo de transporte puede ser un ejemplo a tomar en cuenta de cómo debería ser el transporte en Lima. Pero que no sea solo un sueño.
La ausencia me ha hecho difícil escribir, alguna vez leí a un escritor que decía que la base de la narrativa era, la ira, la rabia, el dolor y la frustración. Y cuando paseaba (porque si esto no era una condena del purgatorio, sino un paseo real por lima) pensaba, por qué este viaje no me inspira nada, y es ahí cuando me di cuenta que el alimento de mi inspiración usual con respecto a mi ciudad siempre esta teñido de rabia, de frustración, de gritos de furia y decepción. Pero esta vez, vale la pena escribir sobre la base de un futuro posible.
Abro los ojos, subo unas escaleras, en eso un ruido espantoso, luego otro y otro, una andanada de golpes como estampida de búfalos, eran las bocinas, el ruido y el grito angustioso…había regresado a la lima de todos los días, ya no me encontraba en este túnel del tiempo, en esta cámara por ahora ilusoria, que esperamos pueda permanecer y extenderse. Había regresado a casa, y esta me recibía como ella bien sabe. Así termino mi noche en el metropolitano, con una sensación, un gusto en la boca de que algo mejor puede venir (puede).
Pero ojo, como no puedo dejar de ser yo mismo…. Me queda claro de que esto podría ser un buen comienzo, pero no es la solución, y que el mudo no se regocije de dicha que su obra a pesar de que puede funcionar bien, también tiene mucho que responder con respecto a como se ha producido. También hay que pensar en realmente que impacto va a tener en nuestra ciudad, si es que se queda solo en la gran obra de un megalómano que tiene 9 años en el poder y a quien la sociedad parece no haberle puesto el pare nunca.
Por ahora, pensemos en el futuro, y DEMANDEMOS que eso sea solo un comienzo y no un antifaz para que la gente no vea lo mal que las cosas están, uno de esos tantos que ya tenemos.